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martes, 18 de septiembre de 2018

Texto leído durante la entrega del premio Calibo de la Ribagorza a la mejor labor de promoción cultural al Museo de Historia y Tradición de Ribagorza


Muchísimas gracias por este reconocimiento por la actividad del Museo. Me honra recoger este Calibo en nombre de todos los que han hecho posible su existencia.
Sin todos ellos, hoy no estaríamos aquí.
La historia del Museo es una historia de amor y pasión por Graus.
La pasión de un zagal que se’n tuvo que í del pueblo muy choven, como muchos otros, i que solo pensaba en volvé porque astí teníba sus raíces i porque n’estaba enamorau. Enamorau de la chen, del pueblo, de la tierra y de la tradición. I de to lo que había conocíu de zagal i que no quería que se perdese ni olvidase.
Hace ya más de dos décadas de aquel primer Museo en los bajos de casa Paco.
Muchos os acordaréis.
Un pequeño espacio fascinante, un bazar de las maravillas, repleto de objetos, utensilios, herramientas, fotografías de Graus de todas las épocas, Llibrez, juguetes antiguos, cabezudos, instrumentos musicales y sobre todo, recuerdos, repleto de muchísimos recuerdos que surgían a menudo en aquel lugar de encuentro de muchos grausinos donde se charraba de lo divino y de lo humano y donde cualquier viajero quedaba gratamente sorprendido.
Esa poderosa semilla fue la que plantó mi padre, Pallasón, junto a un grupo de grausinos tan deliciosamente locos por Graus como él.
Quiero dar las gracias a todos y cada uno de los que formásteis aquel primer Patronato, a las mujeres de Santa Águeda y a todos los grausinos que apoyásteis aquel sueño.
El sueño de Pallasón de crear un Museo hecho por la chen de Graus y de la chen de Graus en el que mantener la memoria viva de la tradición.
Le recordaréis omnipresente, cámara en ristre, filmando con una sonrisa de oreja a oreja todas las celebraciones importantes en la vida de la Villa durante más de 20 años.
Ese es también su legado. Ahí está. Decenas de cintas que confiamos puedan ver la luz ya digitalizadas con el apoyo necesario y en las que seguro muchos de vosotros os encontrareis 20 ó 30 años más chovens.
Pa flipar!
Tristemente, Pallasón solo llegó a ver unos bocetos de lo que tenía en mente.
Su pérdida fue tremenda y su fuerza y su pasión nos dejó.
O eso pensábamos porque años después, como si él siguiera al timón desde no sé donde, aquella llama seguía encendida en el corazón de muchos que le conocimos y aquella semilla dio su fruto.
En este sentido, quiero dar las gracias a la vicepresidencia del Gobierno de Aragon, a José Ángel Biel y a la CAI por creer en el proyecto de Vicentón, lo que permitió en el año 2011 la remodelación y restauración de casa Paco para convertirla en el Museo que hoy todos conocemos.
Dar las gracias también a la ayuda inestimable y al mecenazgo de la familia Castillón.
Gracias también al apoyo de Jose Antonio Lagüens y del Ayuntamiento de Graus. Torro, gracias. Siempre habéis estado ahí y toda ayuda es siempre vital.
No quisiera dejarme a nadie y disculpad si fuera así.
Gracias a la Asociación de Fabricantes de Longaniza de Graus.
Y muy especialmente quiero dar las gracias a todos los socios del Museo. Sois muy grandes. Gracias por arrimar el hombro año tras año. Sin vosotros también sería imposible.
Ya para acabar, quiero agradecer de corazón el trabajo de los miembros de la Asociación del Museo.
A Betato padre, a Sara, a Buetas, a Mariano, a Betato hijo, a Pepe, a Ferruchón, a Eugenio. Vuestro trabajo es admirable y sois el auténtico corazón del Museo.
Y gracias a la familia Pallás. A su ánimo constante. Y a mi madre, Elvira, siempre feliz apoyando a mi padre porque le veía feliz en su apasionante tarea.
Solo decir, que nos sentimos orgullosos de haber recogido el testigo de Pallasón y que os necesitamos.
Crear un Museo puede parecer un milagro. De hecho lo es. Pero el verdadero milagro es mantenerlo vivo año tras año para que cumpla su función divulgadora y la gente lo pueda disfrutar.
Por esta razón, pedimos el apoyo de las instituciones siempre imprescindible en el ámbito de la cultura y su difusión, no siempre suficiente.
Un pueblo sin memoria es un pueblo que no existe.
Todavía queda mucho por hacer.
Y grausinos, os animo a haceros socios. Animaros! Son muy pocas perretas al año que rechuntás, dan vida al Museo. Nos faltan muchos más locos por Graus junto a nosotros.
Gracias a todos por este Calibo!
Va por vosotros, enamorados de Graus, allí donde estéis!
Os recordamos!
Va por ti, Pallasón!
Va por todos vosotros!
Viva Graus!
Viva las Fiestas de Graus!

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